El jueves pasado tenía una reunión con un trabajador de otra empresa para estudiar posibles colaboraciones, la cual estaba fijada a las 9 en punto de la mañana. Lo curioso es que llegamos yo y otro compañero a la hora fijada y la otra persona se extrañó: «¿pero ya estáis aquí? Si son las 9, esto nunca me había pasado«.
La verdad es que no me sorprendió para nada su reacción, porque rara vez ocurre que haya fijado una reunión a una hora y la otra persona haya llegado puntual. Normalmente la gente suele llegar a los sitios como mínimo 5 o 10 minutos tarde. Hablo por supuesto desde mi propia experiencia, y por supuesto hay excepciones, como la de la historia del primer párrafo, donde la otra persona ya estaba preparado para la reunión y nos recibió a la hora fijada.
¿El tiempo de unos vale más que el de otros?
Esa es la pregunta que me hago yo cuando quedo con una persona, ya sea por un tema laboral o personal, y llega tarde. ¿Acaso es que tu tiempo vale más que el mío y por eso yo estoy aquí esperándote 15 minutos porque te dormiste o por cualquier excusa que se te ocurra poner?
Probablemente sí, el tiempo de unos valga más que el de otros. No cobra lo mismo por llevar un caso un abogado que sea el mejor en su especialidad que otro que esté empezando. Entiendo que si tengo una reunión con alguien realmente importante o solicitado, como puede ser por ejemplo Mark Zuckerberg, pueda retrasarse, pero no entiendo cuando tengo una reunión con un proveedor para contratarle algo y se presenta tarde a la misma.
Además, es curioso que las personas que menos valoran el tiempo de los demás, también valoran muy poco el suyo, al menos esa es la sensación que a mi me da.
No son casos aislados
El problema de todo esto es que no ocurre de forma ocasional, sino que es una costumbre que está arraigada en nuestra cultura en España y que no ocurre en otros países de Europa, por ejemplo.
Puedo afirmar que absolutamente todos los días algún operador de Ilastec tiene que esperar por algún cliente para impartir alguna formación, hacer una instalación, mostrar una demo o cualquier otro asunto que requiera a la otra persona.
También me parece curioso, muchas veces que voy por la calle a la hora a la que más o menos abren los comercios, y muchos permanecen cerrados. Ejemplo: son las 10:15, paso por delante de un comercio en cuyo horario indica que abre a las 10, y está cerrado sin nadie dentro.
¿Qué esto puede pasar algún día por una emergencia o que sea un caso aislado? Por supuesto, pero cuando de 10 comercios por los que pasas, esto sucede en 3 o 4 de ellos, cada día, no es algo puntual.
Reflexión final
No hay problema por ser impuntual de forma ocasional, todos tenemos imprevistos, pero hacerlo de forma sistemática hará que tu vida sea notablemente peor.
Por ejemplo, yo si tengo una reunión con un proveedor o colaborador y la otra persona llega 15 minutos tarde y tengo que estar esperando, ya tengo una predisposición a no contratar nada a ese proveedor. Porque ahora son 15 minutos, pero a lo mejor un día lo necesito dentro de su horario de forma urgente y todavía no está.
Además, puede parecer un pensamiento radical, pero considero que esta persona me está faltando al respeto. En esos 15 minutos yo podría haber sacado trabajo adelante, y quizá tenga que salir luego más tarde de la oficina y pasar menos tiempo con mi familia debido a que él llegó tarde.
Por otro lado, es muy común ser impuntual incluso en reuniones interdepartamentales de una misma empresa, donde se lleva a cabo un agravio tremendo al tiempo de las jornadas no solo de uno, sino de todos los trabajadores que acuden a la reunión, con el perjuicio que ello tiene para la empresa.