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Una microempresa es un subtipo dentro de las PYMES (pequeñas y medianas empresas), que se caracteriza por tener únicamente entre 1 y 10 trabajadores. ¿Cómo llevar una correcta gestión de una empresa tan pequeña con pocos recursos? Lo cierto es que, a veces, es todo un arte.

A pesar del número reducido de trabajadores, las microempresas tienen prácticamente las mismas obligaciones fiscales y contables que empresas más grandes. De hecho, si la empresa es una S.L. o Sociedad Limitada, da lo mismo que tenga 10 que 1000 trabajadores, tiene que llevar la contabilidad de la misma forma. En el caso de otros tipos de empresas, como comunidades de bienes o cooperativas, tienen menos obligaciones contables, pero aún así hay que gestionar muchas cosas: facturación, financiación, recursos humanos, impuestos…

Automatizar, lo más importante

Teniendo en cuenta que en estas pequeñas empresas es probable que un solo trabajador se encarga de todas las tareas mencionadas en el párrafo anterior, y de alguna más, es importante que sea lo más eficiente posible, y para ello hay que automatizar.

Todo se puede automatizar: la generación y envío de facturas, el envío de e-mails, la generación de nóminas, la presentación de impuestos, la gestión de cobros y pagos… pero para ello es importante contar con un buen software de gestión y facturación.

Externalizar servicios

Al contar con pocos empleados, es difícil contar con expertos en materias tan diversas como las que requiere el día a día de una empresa: gestión, márketing, contabilidad, producto, ventas… por eso es importante que, si algo te va a llevar más tiempo por no ser experto en la materia o no contar con un experto en tu nómina, lo subcontrates.

Una de las cosas más susceptibles de subcontratar es el área de márketing, la cual es demasiado compleja si se quiere hacer a gran escala y tocando las mejores opciones disponibles para tu empresa.

Además, otra cosa muy importante es la contabilidad y los impuestos. Para una empresa pequeña, lo mejor siempre es delegar esta tarea en un despacho o asesoría y olvidarse de todo.

Organización compulsiva

Ninguna empresa que no esté debidamente organizada funciona bien, y cuanto más pequeña más difícil es organizar las tareas, ya que puede haber puestos, quizá todos, que no estén duplicados. Eso significa que si por ejemplo un empleado queda de baja o está de vacaciones, alguien externo a su departamento tiene que asumir sus tareas.

Por eso hay que ser muy concienzudo con la organización, y tener planes de contingencia para todo tipo de imprevistos que puedan surgir.

Financiación responsable

La causa más común por la que suelen fracasar las empresas, por no decir la única, es por falta de recursos económicos. Y esta falta de recursos puede suceder por muchas cosas: llevar mal las cuentas y la tesorería, ser muy generosos con las previsiones de nuestro plan de negocio… y una de las más comunes: financiarse por exceso o por defecto.

Tan malo es financiarse en exceso como quedarse corto. El motivo de financiarse con poco capital es obvio, el de financiarse en exceso no tanto, pero algo en lo que no caen muchos emprendedores es que al final estarás pagando intereses por un dinero que realmente no estás utilizando, lo que lastra enormemente tu rentabilidad.

Es mejor financiarse poco a poco, y siempre estableciendo límites en relación al patrimonio neto de tu empresa. Para acertar en esto, es imprescindible tener un buen programa de gestión nuevamente, para saber en todo momento el estado económico y financiero de tu negocio.