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Continuamos con esta serie de artículos en los que recopilamos algunas de las mejores enseñanzas de algunos personajes que han hecho historia o han tenido mucho éxito en los negocios o en la vida, en este caso hablando de Henry Ford, el padre de la producción en cadena que permitió que el automóvil llegara a casi todos los escalones de la sociedad.

Los que renuncian son más numerosos que los que fracasan.

Vivimos en una sociedad en la que todo tiene que ser inmediato, y por eso la mayoría de las personas inician un proyecto (en cualquier ámbito de la vida, no solo en los negocios), y al ver que al poco tiempo no hay resultados, lo dejan de lado.

Según Henry Ford, el 90% del éxito consiste en seguir intentándolo, y el éxito es solo una cuestión de perseverancia. Lógicamente hay que tener en cuenta las limitaciones de cada uno, pero todos podemos conseguir el éxito que buscamos siempre que nos marquemos un objetivo realista pero muy ambicioso.

Imposible significa, simplemente, que no has encontrado la solución.

Relacionada con la cita anterior, esta viene a decirnos que siempre que hay un problema, suele haber una solución, aunque esta no sea obvia. La clave muchas veces para encontrar solución a un problema es aplicar el clásico «divide y vencerás«, resolviendo el problema por partes.

Los hombres superficiales creen en la suerte y las circunstancias. Los fuertes creen en las causas y sus efectos.

Muchas personas esperan un golpe de suerte que de la vuelta a sus vidas, pero la suerte no ocurre porque sí, hay que salir a buscarla.

Otros juegan a la lotería con la esperanza de hacerse millonarios, sin saber que si invirtieran en acciones de buenas empresas todo el dinero que han gastado a lo largo de su vida en lotería tendrían un patrimonio a su edad de jubilación muy considerable.

La receta para tener suerte en la vida es buscarla, trabajando cada día para crear tu suerte, provocando que las cosas sucedan.

No te puedes crear una reputación basándote en lo que piensas hacer.

Lo único que define realmente nuestra reputación y se acaba imponiendo a todo lo demás son nuestros actos y nuestros éxitos, no lo que hablamos o hablan de nosotros.

No hay mejor aval que los logros conseguidos para generar una buena marca personal o empresarial y vender más.

De nada sirve que en tu empresa digas que los clientes son lo primero, cuando realmente lo primero es tu nómina o los beneficios.