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Continuamente vivimos quejándonos de todo: del mal tiempo, de que no tenemos tal cosa o todo el dinero que quisiéramos, de que no conseguimos adelgazar… y lo mismo sucede en las empresas: no captamos clientes, no conseguimos rentabilizar un producto, trabajo demasiado… y hay que quejarse menos y actuar más.

¿Qué debes hacer en lugar de quejarte?

Quejarte en sí, sin que el destinatario de tu queja pueda resolverla, no sirve para nada más que deprimir a las personas que están a tu alrededor, a ti mismo y entrar en una espiral que no te beneficia para nada. Por eso quéjate solo si la persona que tienes enfrente puede resolver tu queja. Sino, puedes hacer dos cosas:

  1. Si el motivo de tu queja no tiene solución, simplemente no hagas nada. El mal tiempo no tiene solución per se, que mañana tengas que ir al médico porque estés enfermo de gripe, probablemente tampoco. Ya estás enfermo, ahora tienes que hacer lo que toca para recuperarte. Asume que son cosas que no puedes controlar y haz lo que toca o no hagas nada.
  2. Si el motivo de tu queja tiene solución, y casi todo lo que te pase a ti tiene solución menos la muerte, y de verdad quieres solucionar el problema, deja de quejarte y trabaja en ello. ¿No consigues adelgazar? Mira a ver que estás haciendo mal y trabaja para solucionarlo. ¿No tienes suficiente dinero? Búscate un trabajo extra para ganar más.

Cuestión de prioridades

Muchas personas se autoengañan y siempre se quejan de dos cosas que realmente está de su mano resolver en el 99% de los casos:

  1. No tengo tiempo para hacer tal cosa: normalmente sí tienes tiempo, pero lo inviertes en otras cosas: ver la tele, estar tirado en el sofá sin hacer nada, etc.
  2. No tengo dinero para hacer tal cosa: probablemente sí tengas dinero, pero lo estás gastando en otras cosas que podrías omitir: comidas y cenas fuera de casa, salir de fiesta, ropa que realmente no necesitas…

Al final disponer de tiempo y dinero es cuestión de establecer prioridades, y con tiempo y dinero puedes resolver casi todo.

¿Cómo aplicar esto a mi empresa?

Cuando en una empresa lo que falta es tiempo para hacer las cosas, normalmente es porque se emplea tiempo en cosas que son innecesarias, o se es poco eficiente trabajando por varios motivos. Debes organizarte mejor, intentar ser más productivo y hacer lo mismo con tus empleados.

Cuando el problema en una empresa es de dinero, este puede tener solución o no. Si tu modelo de negocio no es válido, trata de cambiarlo o cierra el negocio porque lo único que vas a conseguir sino es arruinarte. Pero si el modelo de negocio es válido, el problema suele estar en qué inviertes tu dinero.

Nos hemos encontrado casos de clientes que se gastan 2.000 euros en un ordenador Mac de Apple para leer correos, hacer cobros de tickets y poco más, pero luego les parece caro pagar 30 euros al mes por tener un programa de gestión que les haga ahorrar 2 horas al día de tiempo en la gestión de su negocio.

¿Realmente es necesario un equipo de 2.000 euros para el uso que le dan? Rotundamente no, invirtiendo 400 euros tendrían lo que necesitan, y les sobran 1.600 euros para invertir en algo más rentable, como es ahorrar tiempo para emplearlo en cosas que hagan crecer tu empresa.

Y si el problema de tu empresa es que no estás en un buen estado de salud y no puedes dedicarle el tiempo necesario, debes tener en cuenta que lo primero siempre debe ser la salud, resuelve ese problema, cierra tu negocio si es necesario y más adelante inténtalo de nuevo. Sin salud no es posible crear un negocio de éxito.

Reflexión final

Vivimos en una sociedad en la que, salvo excepciones, tenemos muchísimas facilidades para todo: obtener comida, vivienda, medicamentos, tener una familia y amigos… y sin embargo pasamos el día quejándonos por cosas sin importancia.

Por eso conviene pararse a pensar en la suerte que tenemos, y en que lo que nos pasa casi siempre es la consecuencia de lo que hacemos. Una vez aceptes esto, dejarás de quejarte y te pondrás a actuar.

Si algo tiene solución, deja de quejarte y ponte a trabajar, y si no tiene solución, ¿de qué sirve lamentarte?